La industria naviera enfrenta un desafío significativo para reducir su huella de carbono debido a la crisis actual en el Mar Rojo. Los recientes ataques de terroristas hutíes, apoyados por Irán, a buques en el sur del Mar Rojo han afectado gravemente el flujo del comercio marítimo a través del Canal de Suez. Como resultado, muchas compañías navieras están viéndose obligadas a aumentar la cantidad de buques y a optar por rutas más largas para mantener la continuidad en el comercio global.
Estas interrupciones han planteado dudas sobre la capacidad de la industria para cumplir con el objetivo de reducir sus emisiones en un 20% para 2030, según lo establecido por la Organización Marítima Internacional. Con cerca del 3% de las emisiones globales de dióxido de carbono provenientes de la industria naviera, cada cambio en las operaciones tiene un impacto significativo en el medio ambiente.
Yiannis Parganas, responsable de investigación en el corredor naval Intermodal, señaló que los tiempos de viaje prolongados han requerido la incorporación de más buques para mantener los servicios semanales entre Asia y Europa, lo que a su vez ha aumentado las emisiones totales de la flota. Además, el cambio de ruta ha generado un mayor consumo de combustible, lo que podría resultar en un aumento del 42% en las emisiones por barco en la ruta entre Asia y el norte de Europa.
En 2023, las emisiones de los buques portacontenedores alcanzaron los 231 millones de toneladas, cifra que se equipara a los niveles previos a la pandemia. Si las perturbaciones en el Mar Rojo y el Canal de Panamá persisten, las emisiones podrían aumentar hasta un 11% en 2024, alcanzando las 257 millones de toneladas, según estimaciones de la consultora AlixPartners.
Esta situación también ha afectado los planes de reemplazo de flotas más antiguas por buques más eficientes en el consumo de combustible, ya que la crisis actual ha obligado a priorizar la continuidad operativa sobre la renovación de la flota.
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